Todo
comenzó hace nada menos que 25 años en la calle de La Verónica del emblemático
Barrio de Las Letras (de ahí el nombre originario del restaurante, La Vaca Verónica), de la mano de Tati Casado, una aventurera
gastronómica y artística que supo crear un fuerte arraigo de este local en
Madrid, tanto por sus suculentos platos como por sus famosas tertulias de arte,
literatura y cine.
Tenía
muchas, pero muchas ganas de conocer esta nueva etapa de LaVerónica (se escribe así, todo junto): ubicado desde hace ya unos
años en la calle Moratín, toma ahora el relevo de Tati al frente de este lugar de encuentro gastronómico y artístico
la sobrina de la fundadora, Mariana
Gyalui, una persona encantadora que transmite su pasión y cariño por esta
casa.
Ya
sabéis que me encanta la decoración, siempre suelo hacer mención a ella en mis
visitas a restaurantes, y en este caso con especial atención, ya que LaVerónica tiene una decoración muy
distinta a todo lo demás, acorde a su espíritu artístico, bohemio y
vanguardista, fruto del proyecto del estudio
Neutra; Una curiosidad, el logo del
restaurante está inspirado en el moño de Kim Novak en la película de
Hitchcok “Vértigo”, una espiral cerrada sobre sí misma con gran significado
para LaVerónica, expansión y
renovación pero siempre volviendo al origen, ¡casi nada!.
Y
esta espiral del logo de LaVerónica fue inspiración de la enorme pieza de
diseño que ocupa la pared más grande del local, la Esteradeesteras, de más de 8 metros de largo, trenzada por un
maestro espartero andaluz durante todo un verano, ¡espectacular!
Predomina el color blanco en todo el local, como si desde arriba hubiera caído un inmenso bote
entero de este color, estoy enamorada de su columna central tan del estilo de
los locales de la época, un blanco
salpicado de obras de arte de intenso color, piezas de diseño del siglo XX
junto con las sillas y la vajilla multicolor especialmente diseñada para
LaVerónica.
Vamos
con los fogones: en LaVerónica la cocina es muy de verdad, producto de
calidad y cocina casera caserísima, se conservan platos históricos del
restaurante, como la pasta fresca con
carabinero, y ¡qué bien que hayan conservado este plato!, creo que nunca
había tomado una pasca tan deliciosa, terminada con rehogo de marisco y
acompañada de carabinero a la plancha que la camarera pela y trocea en la misma
mesa rescatando el jugo de la cabeza. No
podéis dejar de probar este plato, ¡es de diez!
Otros
platos más innovadores como unos deliciosos
escabeches caseros de pollo y berenjenas o la ensaladilla rusa con ventresca de atún y alcaparras; albóndigas de pollo de corral en salsa
pepitoria o albóndigas de rape y gambas, suaves y jugosas.
Muy
correctos los tartares, tanto el clásico
steak tartar como el tartar de
salmón con guacamole. También famosa en la carta es la carne, entraña de vaca al grill de gran sabor
e intensidad.
Por
supuesto los postres de LaVerónica
son también caseros, tartas de queso, manzana, chocolate negro o blanco con
frambuesas y helados de elaboración propia.
Un guiño al arte o, más bien, a despertar nuestra vena artística, son los manteles individuales de LaVerónica, que se pueden colorear con las pinturas que nos deja Mariana al terminar la cena, debo confesar que me lo pasé fenomenal rellenando el dibujo y dándole color, pero me parece que yo como artista no me ganaba la vida, ¡jajaja!
En LaVerónica se respira arte y cocina, un trabajo hecho con cariño, un lugar en el que
sentirnos bien y comer mejor, y con una relación calidad/precio realmente
atractiva, en torno a 30 euros de ticket.
Moratín,
38 Madrid
Tlf. 91 429 78 27
Fotos propias y de La
Verónica
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