Texto by Mónica
Gutiérrez-Aller
Burgundy
es Borgoña, esa región francesa que todos asociamos con la elaboración de vinos
al más alto nivel, por lo que el nombre de este nuevo restaurante no podía
estar mejor elegido: un concepto de
gastronomía que gira en torno al atractivo e infinito mundo del vino.
Los socios del conocido grupo En Copa de Balón, con una
larga y exitosa trayectoria en la venta y distribución de vinos en España,
confirman con Burgundy su apuesta por la gastronomía tras la buena acogida de sus restaurantes en zonas
residenciales de Madrid como El Soto de La Moraleja, Aravaca o La Finca en
Pozuelo.
En Burgundy se pueden probar unas 300 referencias nada
menos, dirigido tanto a los amantes y
conocedores del vino como a los que simplemente disfrutamos descubriendo,
aprendiendo y saboreando los distintos caldos acompañados de una buena carta y
buena compañía, y todos a un precio casi
de distribución, por debajo de otros establecimientos hosteleros y
respetando al bodeguero.
Asesorado
en esta primera etapa por el conocido chef
David Marcano, -que tiene su propio restaurante “Marcano” en la zona de Retiro-, Burgundy presenta una cocina de corte tradicional y una pizca de innovación que le viene
fenomenal, basada en su forma de entender la gastronomía: producto de
temporada, primera calidad en la materia prima y largas cocciones.
Entrantes ideales para compartir tanto en su apartado
más vanguardista, como gunkan con zamburiña y
tobiko, sashimi de mero con wasabi fresco, ceviche de corvina salvaje con
boniato, o gyozas de corzo (David Marcano dirigió los fogones de “Goizeko Wellington” durante ocho años), como en recetas más tradicionales,
ensaladilla rusa con patata rallada y bonito marinado con vinagre de txakolí,
terrina de foie casero con peras cocinadas a baja temperatura (Juan Mari Arzak
ha sido el mentor de David).
Entre
los platos principales sin duda tengo que destacar el espectacular jarrete de ternera blanca, en el que Marcano acredita su
gusto por los fondos lentos, elaborado tras una larga cocción de 54 horas y
crema patata trufada. Además se ofrece en carta pescados frescos que varían según el mercado, un arroz seco marinero cuyo protagonista
es el producto o el guiso de pata y
morro con callos y salsa madrileña.
Panes y postres caseros como el flan de queso con fruta o la torrija de pan
brioche empapado en leche, adictivos para los dulceros, terminan una carta repleta de sugerencias para todos
los paladares, y sobre todo, para acompañar, maridar y armonizar a la
perfección la inagotable y sugerente bodega de Burgundy.
Y
hablando de vinos, a la cabeza de un solícito y amable equipo, un magnífico sumiller
y jefe de sala, Iván, uno de esos
profesionales que todo buen restaurante querría tener; Iván posee esa
sensibilidad para elegir acertando, para percibir la personalidad del
comensal y armonizar los platos con el vino que mejor le acompaña, sin duda, hay que ponerse en sus manos para probar una
selección de lo que para mí son “rarezas” enológicas, y para los enófilos son
joyas a precios imbatibles. Muy interesante opción la de llevarse a casa la
botella descorchada que no se haya terminado en un cuidado packaging.
Burgundy
ocupa el local del que fuera hace unos
años el restaurante “Caray”, en el
anexo al hotel de lujo Gran Meliá Fénix, pero no es un “restaurante de hotel”,
nada que ver, tiene su propia entrada desde la calle Hermosilla (prácticamente
al lado de la emblemática Plaza Colón). Un
espacio decorado con gusto y clase, “sofisticado
sin pretensiones, que reinterpreta el estilo africano a la manera neoyorkina”,
según nos cuenta la interiorista Marta Auyanet.
Dos
zonas diferenciadas, una más informal nada más entrar presidida por una impresionante barra circular en torno a
la cual se disponen bancadas y mesas altas con una carta de bocados divertidos
y apetecibles también diseñados por
Marcano (ibéricos, croquetas, tacos y pinchos) y vino por copas; y si seguimos
caminando junto a los jarrones de cabezudos sicilianos, nos encontramos la
elegante sala principal, revestida de
espejos en espiga a modo de botelleros, murales botánicos, telas cosmopolitas y
un espectacular y luminoso mueble
expositor que ocupa todo el fondo del local.
Desde
aquí apuesto por Burgundy, un proyecto gastronómico diferente, en el que prima
la dedicación a la cultura enológica en perfecta armonía con una sugerente y
apetecible cocina de sabores, un restaurante en el que se cuida al máximo la
calidad.
C/
Hermosilla, 2, Madrid
Tlf. 91 485 78 01
Fotos propias y de Burgundy
Si queréis que visite
vuestro local gastro, podéis contactarme en monicagastronomica@gmail.com
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