Dice
el saber popular que a todo cerdo le llega su San Martín, y a mí me ha llegado
la ocasión de conocer el primer “bistró
porcino” de Madrid tal y como se define La Porcinería, un restaurante
dedicado en cuerpo y alma a ensalzar las bondades de un producto tan nuestro.
La expresión “del cerdo hasta los andares” cobra su
máxima expresión en La Porcinería,
cuya carta presenta hasta 15 platos ideales para compartir en los que se cocina el cerdo desde una perspectiva diferente y sin duda es el protagonista
principal, pero no el único. Las carnes de Joselito, -proveedor principal
del bistró-, se combinan con otros ingredientes y muchas verduras que aligeran
los sabores, incluyendo recetas de corte cosmopolita, así como platos
elaborados sin ninguna referencia a este animal.
Para
los amantes de la carne de tan insigne animal, sugerencias apetecibles como la
carrillera confitada en su jugo con
salsa de chocolate y puré de patata, la hamburguesa de cabezada de cerdo picada a cuchillo con semilla de
hinojo y queso provolone, o el lagarto ibérico Joselito marinado con puré
de yuca y esencia de trufa blanca italiana, del que, doy fe, está
delicioso.
Estamos
en temporada de alcachofas, una
opción más ligera acompañadas de panceta
de cerdo y foie; y no os perdáis el bombón
de cerdo al estilo thai con salsa kimchi y wakame, un plato con acento
claramente internacional que se ha convertido en la estrella de La Porcinería, y que comparte
protagonismo con un postre especialmente original que no es lo que parece:
salami de chocolate.
Ubicado
en pleno Barrio de Salamanca, este templo porcino es un local de dos alturas decorado con un toque punk en el que predominan los tonos blancos y los azulejos de
metro, un guiño a las charcuterías tradicionales, y salpicado de detalles
rompedores y divertidos como bustos porcinos o el neón rosa que reza así: “margaritas a los cerdos”.
A pie de calle la “porcinería” propiamente dicha, un espacio de mesas
altas y barra abierta ideal para tapear una carta muy poco convencional,
observando a los charcuteros cortar los embutidos y rematando platos que salen
de la cocina del joven chef italiano
Francesco Ingargiola (tras su paso por Bosco de Lobos, La Cabra y Álbora).
La planta baja es la zona reservada al bistró, una cava íntima y acogedora para
una velada tranquila.
Si quieres un restaurante diferente, un tanto
transgresor, desenfadado, divertido y rico además de buen precio, La Porcinería
te sorprenderá.
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