Rugantino no va a dejar de ser
un restaurante italiano, que nadie se asuste, pero
tras 45 años de historia se independiza del Grupo Vips de la mano de Nacho
Bonilla, -actual propietario-, quien igualmente ostentó diferentes cargos
de dirección en dicho Grupo hostelero.
Bonilla ha sabido (en mi
opinión, con acierto), conservar esa esencia de Rugantino que todos recordamos,
la de uno de los restaurantes italianos más antiguos de Madrid, con esa estética tan diferente a
las modas y al postureo diseñada por el reconocido arquitecto suizo Noldi
Sherck, quien le confiere un aire retro, acogedor y cálido, que logra
hacerte pensar que no estás en Madrid en cuanto bajas las escaleras.
Rugantino mantiene en carta sus
platos míticos como el Paglia e Fieno
(paja y heno), una
receta a partir de jamón y nata elaborada con pasta fresca (al igual que el
resto de los platos de pasta de la casa) que es el santo y seña de este
restaurante, sin olvidar su jugoso Escalope Milanesa, las clásicas patatitas
al salmón con suave holandesa, una mortadella
trufada adictiva, pizzas finas y crujientes cocidas al horno al momento,
y ese irresistible tiramisú casero que no querrás que se acabe nunca.
Pero eso sí, se incorporan
nuevos platos de temporada cocinados con el mimo y cariño de una “vera mamma”, recetas auténticas italianas
elaboradas con ingredientes naturales como los suaves y deliciosos Gnocchi al pesto di mandorle con pomodorini,
también hechos cada día de forma artesanal, la original y jugosa Frittata di Zucchine, pomodori secchi e
pesto di pistacchio con huevos decorral, o los Involtini di pollo e spinaci al Marsala.
El personal de sala sugiere una carta de vinos a precios comedidos en la que puedes encontrar alguna
referencia italiana, además de varios cocktails
para los que prefieran acompañar las propuestas tradicionales del “país de la
bota”. Y no me olvido de mencionar una
coqueta terraza a pie de calle con la misma oferta gastronómica.
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